Este rico alimento es fruto de la laboriosidad de las abejas. Su color varía desde el blanco al pardo y su calidad tiene que ver con su procedencia floral. Su sabor es más fino cuando es clara y pura. Hay muchas clases.
Según la época de producción se diferencia entre miel de primavera (producida hasta finales de mayo), miel principal (producida en junio y julio) y miel tardía (producida en agosto y septiembre). De acuerdo con el origen vegetal, se diferencian entre miel de flores y miel de rocío.
La primera es la obtenida del brezo, tilo, acacia, romero, árboles frutales, etc.). Es transparente y espesa cuando es fresca. La miel de rocío es la que procede del abeto, abeto rojo o de hoja, y se solidifica con dificultad. En general, es menos dulce y no es extraño que exhiba olor y sabor especiados, resinosos.
– de romero: se recomienda en enfermedades hepáticas, epilepsia, reumatismo, cirrosis, gota y debilidad.
– de azahar y limón: sedante, antiespasmódica y buena para el insomnio.
– del bosque: se obtiene de la encina, el roble y otras plantas. Contra la anemia, disentería o diarrea crónica.
– de eucalipto: contra la tos, el catarro y las enfermedades pulmonares
– de tomillo: activadora de las funciones digestiva, contra la astenia nerviosa, la fatiga o la depresión.
– también la hay de níspero, de acacia (laxante), de lavanda (enfermedades respiratorias), con panal (sinusitis) o de anís (estimulante)
También es un ingrediente muy apreciado en la cocina (hace que los alimentos al horno se mantengan esponjosos), sobre todo en repostería: bizcochos, galletas, pestiños, pasteles, frutas o turrón.
Un truco: mete la cuchara en agua caliente antes de sacar la miel, se desprenderá más fácilmente. La miel forma parte de muchas recetas cosméticas y de belleza natural. Puede ser muy agradable para el cuerpo, haz la prueba: mezcla 60 gramos de miel con 5 gotas de aceite de lavanda y añade 1 ó 2 cucharadas al agua de la bañera; alivia la tensión y el insomnio.